¡Volvemos a Linux!
Con eso de que hace unos meses se ha liberado la versión 11.04 de Ubuntu
(Natty Narwhal) y tras leer un poco, he sentido la curiosidad de
instalarla, de momento, en el equipo de trabajo en la oficina. Éste es
un equipo moderadamente mayor, con un procesador único a 2GHZ, 1.5GB de
RAM y 80GB de disco duro repartido para Windows 7, Ubuntu/Linux y Datos,
donde ya corría la versión 10.04 muy dignamente, las cosas claras.
Pero con ese afán investigador que en ocasiones acaba “quemando” el
laboratorio decidí que iba a actualizar a la 11.04. Y nada más fácil.
Desde el mismo escritorio nos basta con abrir una consola, o pulsar la combinación de teclas Alt+F2, y teclear el comando:
$sudo update-manager -d y la tecla Intro
Nos pedirá la contraseña del usuario habilitado para sudo (que
normalmente es el mismo usuario con el que estamos trabajando), y tras
introducirla -recordamos que NO aparacen caracteres en la pantalla-
comienza el proceso de actualización.
En mi caso puesto que partía de la 10.04 actualizó primero a la 10.10 y
después a la 11.04, sin problemas ni desaparición de archivos ni nada
(huelga decir que, por supuesto y en contra a lo establecido, no había
hecho copia de seguridad del contenido).
En los “upgrades” y tras descargar los ficheros nuevos que
corresponden a cada actualización de versión nos pregunta sobre algunos
programas “que ya no tienen soporte” y otros que están actualizados: si
queremos mantenerlos o no; mi respuesta ha sido en las dos ocasiones que
no quiero mantener sino eliminar o actualizar (recuerdo que es un
equipo para enredar, no de producción, por lo que no tengo instalado
ningún programa imprescindible).
Cuando todo ha terminado, que se lleva su buen rato, he vuelto a
tener mi archiconocido escritorio por defecto de las últimas versiones
de Ubuntu, el moradito, lo que significa que la aceleración 3D de mi
tarjeta gráfica no funciona, al menos como debiera, por lo que me he
quedado sin la “gran baza” que es el nuevo escritorio Unity (snif!).
Habrá que buscar una solución, aunque no es prioritario; y además, si
tenemos en cuenta (y en contra) que uso un switch kvm para compartir
pantalla, teclado y ratón es fácil que no lo consiga.
En resumen, actualizar es prácticamente un juego de niños: aceptar, siguiente, aceptar, sí… ¡Win total!
Me lo quedo, ¿y tú?
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