viernes, 16 de marzo de 2012

¿Actualizar el software? Sí o sí.

En la entrada anterior comentaba como el “virus de la Policia” haciendo uso de una vulnerabilidad reciente de Java ha infectado miles de ordenadores, en este caso con el sistema operativo Windows. Y así seguirá hasta que se publique un parche o una actualización que la subsane… ¡si luego la instalamos nosotros!
Y quien dice Java dice el mismísimo sistema operativo, el antivirus, el Acrobat Reader de Adobe… y en general todas y cada una de las aplicaciones que corren en nuestros equipos.
¿Y por qué? os preguntaréis. Fácil. Cuando un “malo” encuentra un hueco por el que colarse en un sistema rápidamente desarrolla las herramientas adecuadas para explotarlo: malware, en general. Y a partir de ese momento comienzan las infecciones hasta que se encuentra el remedio y se aplica, tapando ese agujero. Pero, claro, no todos los equipos ni todo el software se actualizan automáticamente (¿será por eso de los programas “pirata”?) ni todos los usuarios están pendientes, por lo que su seguridad esta comprometida.

Y si hace unos años los “malos” se conformaban con que se nos cayeran las letras a la parte baja de la pantalla los viernes y trece o que se nos girase ésta 90 grados con tal de que hablase de ellos, ahora han cambiado los métodos y los objetivos. En la actualidad lo que les interesa es que el usuario normal no sospeche que su ordenador ha dejado de estar bajo su exclusivo control para así poderlo emplear como bot o zombie administrado de forma remota y realizar sus ilícitas actividades, o capturar usuarios y contraseñas tanto de cuentas de correo como de accesos bancarios o de redes sociales… No hace falta extenderse más.
Y una vez conocidos siquiera por encima los riesgos, vayamos a asomarnos a las soluciones.

La primera la de siempre: el sentido común. ¡Evitar las páginas dudosas para no ya descargar sino hasta casi navegar por ellas!; y la segunda, igual de conocida y obviada: actualizar, actualizar y actualizar TODO el software, más importante cuanto más popular o distribuido esté, sin diferenciar sistema operativo sobre el que corre, que ya deberíamos saber que la fortaleza de una cadena reside en la del eslabón más débil.
Así, si las aplicaciones que usamos o las que necesitamos, de pago, no son originales sino “crackeadas” o pirata y no actualizamos por miedo a que dejen de funcionar, va siendo hora de elegir si adquirimos el software original o migramos a aplicaciones equivalentes “open source” -de libre distribución-, o dejamos libre e ignorado acceso a nuestro ordenador y todo cuanto ello implica al “malo” de turno y asumimos las consecuencias.
Yo, personalmente, lo tengo claro ¿y tú?

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